Tengo 22 años y me redescubro a cada microsegundo. Encuentro fragmentos míos en espacios pequeños, intento llevar una cuenta de ellos, un millón de mini pedacitos y, hasta ahora, donde más los encontré es en el cine. Quiero dormir, es tarde, y mi alma lucha por despertarse y Ser. Todos los días soy acechada, todos los días corro peligro de ser tomada por mi propia oscuridad y de quedarme atrapada en ese espantoso círculo.
Tengo
22 años y La Pianista de Haneke acaba de irrumpir en mi micromundo y expandirse como una molotov, Isabelle Huppert soberbia, me atravesó con su vacío y me desangró
su vulnerabilidad... es que, a lo largo de mi existencia la identificación casi
siempre fue atemorizante y lóbrega. Existe un placer masoquista en concebirme a
mi misma oscura y perversa, como escapando de la inmaculada blancura del
mandato patriarcal. Erika se apoderó de mi, como otro fragmento más, machacada
por la culpa y atormentada por su progenitora, se mueve como una entidad
traslúcida por los espacios por donde transita, es siempre una visitante inocua
anhelando ser parte. Hundida, rechaza y niega cada partícula de placer que
brota en su existencia mancillada por la frustración, el rechazo y el odio. Intensa
y aguda, la mirada atormentada de Erika se clavó en mi interior y, como en un
loop, las escenas significativas de esta película se repiten dentro mío. Eligiendo
caminos dolorosos y frustrantes, por años yo también fui un ente. Melancólica y
lánguida por dentro, despierta y desfachatada por fuera, pasé mis años de
adolescencia odiándome profundamente, no
sintiéndome capaz. Como Erika. Hoy intento unificar mis piezas, tomé coraje y comencé el arduo camino de la
reconstrucción, batallando febrilmente contra el sentido de perfección y autosuficiencia..
Dando manotazos de ahogado, por años intente aferrarme a algo externo para ver
algo de luz, aunque sea de a ratos. Parasitando y tapando, me encontré una persona que atravesaba lo
mismo y que me dañó, ahora, luego de separarme, me encuentro
destejiendo los nudos como Penélope, duelando estructuras, estructuras dañinas y
perversas, sistemas de tortura presentes en sitios culturalmente
institucionalizados como espacios de amor y contención.
Tengo 22 años y recién ahora miré hacia adentro y fui capaz de hallarme luminosa, de sentirme hermosa por dentro y fuera, posicionada y emprendedora, intencionando en la luz y aceptando mi oscuro, decidida a quererme en mi totalidad. Guiándome por mi intuición y mis propios deseos. Desandando círcuitos oscuros. Decidida a no romantizar más la tristeza me propuse aceptarla para transformarla, permitiéndome ser.
Hoy
siento que estoy empezando a aparecer.
Gracias
cine, por oficiarme de disparador siempre. Aguante el arte.