viernes, 5 de noviembre de 2021

Fragmentaciones cronológicas del cambio

 

Tengo 22 años y me redescubro a cada microsegundo. Encuentro fragmentos míos en espacios pequeños, intento llevar una cuenta de ellos, un millón de mini pedacitos y, hasta ahora, donde más los encontré es en el cine. Quiero dormir, es tarde, y mi alma lucha por despertarse y Ser. Todos los días soy acechada, todos los días corro peligro de ser tomada por mi propia oscuridad  y de quedarme atrapada en ese espantoso círculo.


Tengo 22 años y La Pianista de Haneke acaba de irrumpir en mi micromundo y expandirse como una molotov, Isabelle Huppert soberbia, me atravesó con su vacío y me desangró su vulnerabilidad... es que, a lo largo de mi existencia la identificación casi siempre fue atemorizante y lóbrega. Existe un placer masoquista en concebirme a mi misma oscura y perversa, como escapando de la inmaculada blancura del mandato patriarcal. Erika se apoderó de mi, como otro fragmento más, machacada por la culpa y atormentada por su progenitora, se mueve como una entidad traslúcida por los espacios por donde transita, es siempre una visitante inocua anhelando ser parte. Hundida, rechaza y niega cada partícula de placer que brota en su existencia mancillada por la frustración, el rechazo y el odio. Intensa y aguda, la mirada atormentada de Erika se clavó en mi interior y, como en un loop, las escenas significativas de esta película se repiten dentro mío. Eligiendo caminos dolorosos y frustrantes, por años yo también fui un ente. Melancólica y lánguida por dentro, despierta y desfachatada por fuera, pasé mis años de adolescencia odiándome profundamente,  no sintiéndome capaz. Como Erika.  Hoy intento unificar mis piezas, tomé coraje y comencé el arduo camino de la reconstrucción, batallando febrilmente contra el sentido de perfección y autosuficiencia.. Dando manotazos de ahogado, por años intente aferrarme a algo externo para ver algo de luz, aunque sea de a ratos. Parasitando y tapando,  me encontré una persona que atravesaba lo mismo y que me dañó, ahora, luego de separarme, me encuentro destejiendo los nudos como Penélope, duelando estructuras, estructuras dañinas y perversas, sistemas de tortura presentes en sitios culturalmente institucionalizados como espacios de amor y contención.



Tengo 22 años y recién ahora miré hacia adentro y fui capaz de hallarme luminosa, de sentirme hermosa por dentro y fuera, posicionada y emprendedora, intencionando en la luz y aceptando mi oscuro, decidida a quererme en mi totalidad. Guiándome por mi intuición y mis propios deseos. Desandando círcuitos oscuros. Decidida a no romantizar más la tristeza me propuse aceptarla para transformarla, permitiéndome ser.

 Hoy siento que estoy empezando a aparecer.

Gracias cine, por oficiarme de disparador siempre. Aguante el arte.



Volver

Me regurgito a cada mini segundo de existencia, como si fuera poco el solo hecho de existir. E l otro día mi psicóloga me pego un tirón de o...